Ataque de pánico: todo lo que debes saber.
Ataque de pánico. En este artículo explicaremos qué es, por qué ocurre el ataque de pánico, como reconocerlo y cómo actuar en caso de un ataque de pánico. Comparte este artículo.
Ataque de pánico. ¿Qué es?
Los ataques de pánico, son episodios intensos de miedo que pueden ser desconcertantes y aterradores tanto para quien los experimenta como para quienes están cerca.
Un ataque de pánico es una respuesta intensa y repentina de miedo o ansiedad que parece surgir de la nada y sin una razón aparente. Estos episodios pueden ser tan intensos que quienes los experimentan a menudo sienten que están perdiendo el control, volviéndose locos o incluso muriendo. La realidad es que, aunque son extremadamente desconcertantes, no son peligrosos en sí mismos.
Los síntomas de un ataque de pánico varían de persona a persona, pero a menudo incluyen palpitaciones, sudoración, temblores, sensaciones de asfixia o dificultad para respirar, dolor en el pecho y náuseas. Estos síntomas físicos son tan intensos y abrumadores que muchas personas que experimentan un ataque de pánico por primera vez buscan atención médica, creyendo que están teniendo un ataque cardíaco u otra emergencia médica.
Es importante entender que, aunque los síntomas son reales y a menudo aterradores, un ataque de pánico es esencialmente una respuesta exagerada del cuerpo al miedo. Es como si el sistema de alarma del cuerpo se activara sin una amenaza real, provocando una avalancha de síntomas físicos que, a su vez, aumentan el miedo y la ansiedad
Ejemplo de un ataque de pánico:
Miguel estaba en el supermercado, eligiendo frutas para la comida, cuando de repente sintió un mareo. Al principio, pensó que tal vez no había comido lo suficiente esa mañana, pero rápidamente, esa sensación se transformó en algo mucho más intenso. Una oleada de terror inexplicable lo invadió, y su visión se volvió borrosa.
El sonido ambiente del supermercado, las conversaciones y el ruido de los carritos, se intensificó hasta volverse ensordecedor. Miguel sintió que su corazón latía con una fuerza descontrolada, y una sensación de asfixia lo envolvió. Intentó gritar, pedir ayuda, pero las palabras no salían de su boca.
La gente a su alrededor parecía moverse en cámara lenta, y Miguel se sintió completamente desconectado de la realidad. El pánico lo embargó por completo, y una voz interna le gritaba que algo terrible estaba a punto de suceder. Sin saber qué hacer, intentó correr hacia la salida, pero sus piernas no respondían como él quería, y tropezó, cayendo al suelo.
Algunas personas se acercaron para ayudarlo, pero Miguel solo podía ver rostros borrosos y escuchar voces distantes. Sentía que estaba atrapado en una burbuja de terror, incapaz de comunicarse o entender lo que estaba sucediendo a su alrededor.
¿Por qué ocurren los ataques de pánico?
Los ataques de pánico, aunque pueden parecer aleatorios y sin causa, son en realidad el resultado de una compleja interacción de factores biológicos, psicológicos y ambientales. Desde una perspectiva biológica, se cree que ciertas áreas del cerebro involucradas en la regulación del miedo y la ansiedad pueden funcionar de manera diferente en personas propensas a estos ataques. Al parecer existe una sobreexcitación en el sistema nervioso autónomo, que controla funciones involuntarias como la frecuencia cardíaca y la respiración, puede desencadenar los síntomas físicos de un ataque de pánico.
Desde un punto de vista psicológico, los ataques de pánico pueden ser el resultado de patrones de pensamiento y creencias subyacentes que hacen que una persona interprete situaciones o sensaciones inofensivas como amenazantes. Por ejemplo, una persona que es hipersensible a las sensaciones físicas y que tiene creencias catastróficas sobre esas sensaciones (como pensar que un aumento en la frecuencia cardíaca significa un ataque cardíaco inminente) puede ser más propensa a experimentar un ataque de pánico.
Ambientalmente, los eventos estresantes, traumáticos o significativos pueden actuar como desencadenantes de un ataque de pánico. Esto puede incluir experiencias como la pérdida de un ser querido, un accidente, o incluso situaciones menos extremas pero igualmente estresantes, como un cambio de trabajo o una discusión intensa. Estos eventos pueden hacer que el cuerpo y la mente estén en un estado de alerta elevada, aumentando la susceptibilidad a un ataque.
También es importante mencionar que la predisposición genética también juega un papel. Las personas con familiares que han experimentado ataques de pánico o trastornos de ansiedad pueden tener un mayor riesgo de experimentarlos ellos mismos. Sin embargo, tener una predisposición genética no garantiza que alguien experimentará ataques de pánico; simplemente indica una mayor susceptibilidad.
Maneras de manejar un ataque de pánico:
Manejar un ataque de pánico puede ser un desafío, pero con las herramientas adecuadas, es posible reducir la intensidad y duración del episodio. Aquí te presentamos algunas recomendaciones generales y específicas para enfrentar estos momentos:
Recomendaciones Generales:
Reconocimiento: Aceptar y reconocer que estás experimentando un ataque de pánico y no una emergencia médica. Esta simple realización puede ayudar a reducir la intensidad del miedo.
Respiración profunda: La hiperventilación es común durante un ataque de pánico. Practicar la respiración profunda y controlada puede ayudar a calmar el sistema nervioso. Intenta inhalar lentamente contando hasta cuatro, sostener la respiración por un segundo y luego exhalar contando hasta cuatro.
Grounding o técnicas de anclaje:
La técnica de anclaje tiene como objetivo traer a la persona de vuelta al “aquí y ahora”, desconectándola de pensamientos o sensaciones abrumadoras y reconectándola con su entorno inmediato. Al centrarse en estímulos externos, la mente se distrae de la fuente de angustia y se recalibra hacia una sensación de estabilidad y seguridad.
Una de las formas más populares y efectivas de anclaje es la técnica “5-4-3-2-1”, que involucra los cinco sentidos:
Ver (5 cosas): Identifica cinco objetos que puedas ver a tu alrededor. Puede ser cualquier cosa: una silla, una lámpara, una mancha en la pared, etc. Nombrarlos en voz alta o en tu mente puede aumentar la efectividad.
Tocar (4 cosas): Toma conciencia de cuatro cosas que puedas tocar. Podría ser la textura de tu ropa, la superficie de la mesa, el suelo bajo tus pies, o el aire en tu piel.
Oír (3 cosas): Escucha y nombra tres sonidos a tu alrededor. Puede ser el zumbido del aire acondicionado, el canto de un pájaro o el murmullo de conversaciones cercanas.
Oler (2 cosas): Identifica dos olores que puedas percibir en ese momento. Si no estás en un lugar donde haya olores distintivos, puedes pensar en tus dos olores favoritos.
Saborear (1 cosa): Toma conciencia de un sabor en tu boca. Puede ser el sabor residual de una bebida o comida, o simplemente la sensación de tu lengua en el paladar.
Al finalizar este ejercicio, la mayoría de las personas se sienten más centradas y conectadas con su entorno. La técnica de anclaje puede practicarse en cualquier lugar y en cualquier momento, y con la práctica, puede convertirse en una herramienta rápida y efectiva para manejar episodios de ansiedad o disociación.
Evitar la lucha: Resistirse o luchar contra el ataque puede intensificarlo. En lugar de eso, intenta fluir con él, aceptando que está ocurriendo y que pasará.
Posición cómoda: Si es posible, encuentra un lugar tranquilo y siéntate o recuéstate. Evita acostarte completamente si sientes mareo o despersonalización.
Recomendaciones Específicas:
Técnica del desplazamiento: Centra tu atención en una tarea simple y benigna, como contar objetos de un color específico en la habitación o repetir una palabra tranquilizadora.
Mantén los ojos abiertos: Cerrar los ojos puede aumentar la sensación de despersonalización. Mantenerlos abiertos y enfocarse en un objeto fijo puede ayudar a anclarte en el presente.
Uso de aceites esenciales: Algunas personas encuentran útil oler aceites esenciales como la lavanda, que tiene propiedades calmantes.
Música o sonidos calmantes: Escuchar música suave o sonidos de la naturaleza puede ayudar a distraer la mente y calmar el sistema nervioso.
Hablar con alguien: Si es posible, hablar con alguien de confianza puede ser reconfortante. Puede ser un amigo, un familiar o incluso un profesional de la salud mental.
Es importante recordar que lo que funciona para una persona puede no ser efectivo para otra. La clave es encontrar y practicar las técnicas que mejor se adapten a ti y tenerlas a mano para cuando las necesites. Además, si los ataques de pánico se vuelven recurrentes, es esencial buscar ayuda profesional para abordar la causa subyacente y obtener herramientas adicionales para manejarlos.
Cómo Brindar Soporte a Alguien Durante un Ataque de Pánico
Mantén la calma: Tu tranquilidad puede ayudar a la persona a sentirse más segura y menos ansiosa. Aunque puede ser alarmante ver a alguien experimentar un ataque de pánico, es esencial que mantengas la calma y te acerques a la situación con comprensión y paciencia.
Habla con suavidad: Usa un tono de voz calmado y reconfortante. Evita elevar la voz o hablar demasiado rápido. Puedes decir cosas como: “Estoy aquí contigo”, “Esto pasará” o “Estás a salvo”.
No minimices sus sentimientos: Evita decir cosas como “No es gran cosa” o “Solo cálmate”. En su lugar, valida sus sentimientos diciendo cosas como “Sé que esto es aterrador, pero estoy aquí contigo”.
Ayuda a la persona a encontrar un lugar tranquilo: Si es posible, guía a la persona a un lugar más tranquilo y menos estimulante, donde pueda sentirse más cómoda y segura.
Anímales a practicar técnicas de respiración: La respiración profunda y controlada puede ayudar a calmar el sistema nervioso. Puedes guiarlos diciendo: “Respira profundamente, inhala… exhala lentamente”.
Evita tocar a la persona sin su consentimiento: Aunque tu intención pueda ser reconfortante, el contacto físico puede ser abrumador para alguien en medio de un ataque de pánico. Siempre pregunta antes de tocar o abrazar.
No los dejes solos: Aunque es posible que deseen estar solos, es mejor quedarse con ellos hasta que el ataque haya pasado para asegurarte de que están bien.
Evita hacer demasiadas preguntas: Preguntar constantemente “¿Estás bien?” o “¿Qué te pasa?” puede aumentar la ansiedad de la persona. En su lugar, simplemente hazle saber que estás allí para apoyarla.
Informa y educa: Si la persona no está familiarizada con los ataques de pánico, una vez que el episodio haya pasado, puedes ofrecer información sobre lo que sucedió y recomendarle que busque ayuda profesional si los ataques son recurrentes.
Sé paciente: Recuerda que cada persona es diferente y lo que funciona para una puede no funcionar para otra. Lo más importante es ofrecer un apoyo constante y comprensivo.
El Ataque de Pánico en el Contexto de la Salud Mental
Los ataques de pánico, aunque pueden surgir como episodios aislados, a menudo están vinculados a condiciones específicas dentro del ámbito de la salud mental. Es esencial comprender que un ataque de pánico en sí mismo no es una enfermedad, pero puede ser un síntoma o manifestación de diversos trastornos de salud mental. Estos trastornos incluyen:
Trastorno de Pánico: Caracterizado por ataques de pánico recurrentes y el miedo persistente de experimentar otro ataque.
Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG): Aunque se centra más en la preocupación crónica, los ataques de pánico pueden ser un síntoma. Lee nuestro artículo sobre ansiedad.
Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT): Las personas con TEPT pueden experimentar ataques de pánico como respuesta a recuerdos traumáticos o desencadenantes.
Trastorno de Ansiedad Social (TAS): Los ataques de pánico pueden ocurrir en situaciones sociales o de rendimiento.
Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC): Las obsesiones o compulsiones pueden desencadenar ataques de pánico en algunas personas.
Fobia Específica: Las personas con fobias intensas, como la agorafobia o claustrofobia, pueden experimentar ataques de pánico cuando se enfrentan a su miedo específico.
A pesar de estas conexiones, no todas las personas que experimentan un ataque de pánico tienen un trastorno de salud mental subyacente. Algunos pueden enfrentar ataques de pánico en respuesta a situaciones específicas o estresantes sin tener un trastorno de ansiedad diagnosticable.
La clave es no ignorar o minimizar la experiencia. Si los ataques de pánico se vuelven recurrentes o afectan tu calidad de vida, es esencial buscar ayuda profesional. La evaluación y el tratamiento adecuados pueden proporcionarte las herramientas y el entendimiento necesarios para manejar estos episodios.
En Clínica Pinares Mind & Health, estamos aquí para apoyarte. Nuestro equipo de profesionales capacitados está comprometido a brindar atención y tratamiento de calidad. Si sientes que necesitas ayuda o simplemente deseas comprender mejor lo que estás experimentando, te invitamos a ponerte en contacto con nosotros. No estás solo en esto; estamos aquí para guiarte y apoyarte en cada paso del camino. Pide una cita aqui
Por Juan Pablo Salazar Arias, MD